condenar
los minutos al exilio,
incinerar
los segundos
en
ardientes llamaradas
de
viento y libertad.
Deshacer
las esperas,
ahuyentar
las impaciencias,
suprimir
los calendarios
de historias
y sucesos
que
nacieron sin su afán.
¿Qué
decir del tiempo?
Creación
abstracta
de una
mente que todo lo divide,
sustancia
intangible
en
cuyo flujo nos hacemos recuerdo.
¿Qué
decir de los segundos?
Vibrantes
palpitaciones de la vida
en un
goteo perpetuo.
Cadencias
intocables que precipitan
los
respiros hacia su muerte.
Somos
esclavos
de
nuestra propia invención,
de
nuestra obsesión inquieta
por
dividir la existencia
y
aligerar los latidos.
Perdemos
vida
por
pensar más en el tiempo
que en
el momento,
por
vivir de lejos el presente
y
querer llegar antes al futuro.