Ayer éramos lentas palabras
esparcidas por el camino,
hoy somos partículas inmersas
en el aire huracanado.
Y por estas calles
de todos nuestros días
se pierden nuestras almas
en aullidos de dolores
entregados al recuerdo.
Atrapados en rostros anónimos,
lloramos y reímos
y las crudas multitudes
nos encierran en sus ojos,
nos desprecian, nos secuestran,
nos mienten y nos sepultan.
Y fundidos como voces heridas,
nos hundimos en fragmentos
de cristales rotos...
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