A veces el viento helado
me atrapa en sus minutos
como el silencio a un templo
lejano,
a veces la niebla del amanecer
me recuerda que estoy vivo
como un grito en el vacío,
a veces presiento
la presencia de un ángel
que toma la forma tuya,
que respira tus palabras,
que dibuja en mis recuerdos
como mis manos en tu rostro.
A veces me resultas tan inexplicable,
tan familiar, tan eterna, tan celeste…
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