Hoy me tomaré un espacio para dejar de buscarte y te pediré que vengas a mí. Sucede que quiero tenerte a mi lado y no verte solo en mis pensamientos. Sucede que cuando ya empezaba a olvidarte, te me apareciste de nuevo y me dirigiste esa mirada enigmática que tantas preguntas me genera. No sé qué hay detrás de tu mirada, en verdad no lo sé. A veces pienso que intentas comprender algo o que tratas de descubrirte en mi rostro lleno de contradicciones.
Apareces y desapareces de una forma casi mágica, tu presencia es tan efímera como esta lluvia de mañana. Pasas junto a mí y me dejas sin repuestas para todas esas dudas que creía tener resueltas; una y otra vez tus ojos se cruzan con los míos y yo no puedo más que sentir confusión y comprender que nuevamente te desvanecerás en el tiempo y en el espacio.
No te reprocharé nada, porque ni siquiera estoy seguro de que realmente hayas estado aquí. Sólo quiero pedirte que la próxima vez que aparezcas te asegures de que tu mirada me dirá algo más, o que, por lo menos, tu indiferencia será tan implacable que borrará de una vez por todas la posibilidad de que siga cuestionándome qué es lo que tratas de encontrar.
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