Se me antojan
tantos rostros y tantas sonrisas,
tantos suspiros estallan
cuando mi mirada recorre el mundo
en deseos e imaginaciones.
Se me antojan
tantas manos y tantos ojos,
miles de sueños se me escapan,
y miles de vidas huyen entre mis dedos.
Las pasiones se me quiebran
cada vez que observo las historias ajenas
de las que me quiero apropiar,
los suelos ardientes de desierto
sobre los que tantas veces
me veo tendido con placer.
Tal parece que padezco
de sed infinita,
de ansiedad irreparable
y de deseo crónico.
Tal parece que no me curo
porque me gusta más
disfrutar la enfermedad.
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