octubre 11, 2017

PLEGARIA

Pido a la poesía
el poder de acortar el espacio,
de habitar en varios puntos del tiempo,
de desandar las distancias
que la vida traza
entre un encuentro y otro.

Pido a mis palabras lejanas
que te abracen
en estas horas de lluvia,
que dibujen sobre mí
los besos que esta noche
sólo puedo imaginar,
que te traigan en una canción,
en un parpadeo,
en un sueño interminable.

Pido a la vida
que multiplique los instantes
en que nuestros tiempos coincidan,
que abra todas las puertas
por las que podamos entrar
al paraíso de un abrazo.

Pido a la poesía
que invente un mundo
donde tu presencia se extienda

como la niebla de la madrugada.

agosto 13, 2012

Esclavos

Arrancar las horas de raíz,
condenar los minutos al exilio,
incinerar los segundos
en ardientes llamaradas
de viento y libertad.

Deshacer las esperas,
ahuyentar las impaciencias,
suprimir los calendarios
de historias y sucesos
que nacieron sin su afán.

¿Qué decir del tiempo?
Creación abstracta
de una mente que todo lo divide,
sustancia intangible
en cuyo flujo nos hacemos recuerdo.

¿Qué decir de los segundos?
Vibrantes palpitaciones de la vida
en un goteo perpetuo.
Cadencias intocables que precipitan
los respiros hacia su muerte.

Somos esclavos
de nuestra propia invención,
de nuestra obsesión inquieta
por dividir la existencia
y aligerar los latidos.

Perdemos vida
por pensar más en el tiempo
que en el momento,
por vivir de lejos el presente
y querer llegar antes al futuro.  

agosto 04, 2012

Pequeña crónica de un diluvio sabatino

Bogotá, sábado 4 de agosto de 2012, 6:50 pm

Después de las compras en un nuevo centro comercial, trato de escapar en medio del denso río de personas que no quieren perderse la novedad y que inventan encuentros familiares en el ardor insufrible de la muchedumbre.

Quiero tomar el bus cuanto antes y llegar pronto a mi hogar para refugiarme en el apacible y silencioso claroscuro de la sala. Al llegar a la estación, me cuesta calcular si allí hay más gente que en ese gigante recién construido del que he logrado salir con vida. Procuro no pensar demasiado y comprendo que el viaje, aunque corto, no dejará de tener ese insoportable contacto con otros al que me expongo cada vez que tomo uno de esos gusanos rojos llamados Transmilenios.

Mientras me refugio en el sedante silencio de mis pensamientos, oigo cómo el techo del bus soporta con tenacidad una llovizna cada vez más fuerte, que parece ser la antesala de uno de esos aguaceros crueles que caen cuando menos se les espera.

Al llegar al portal, confirmo que mis sospechas son ciertas y ya los alrededores llenos de bruma atestiguan que efectivamente se trata de un diluvio que recuerda la inclemencia de tantos inviernos que han azotado estas calles.  Me paro en la fila para tomar el otro bus y, mientras espero, empiezo a mirar con detenimiento la forma desesperada como llora el cielo. Las tejas lastimadas por la tormenta, el ruido intenso del agua sobre la calzada y las luces que se reflejan en ella traen de repente a mí una inusual calma que pronto se convierte en un fluido imparable de recuerdos y pensamientos profundos.

Cuando llega el bus, nadie quiere subir, todos temen pasar bajo la catarata que cae desde las tejas justo sobre la entrada. Yo me aventuro a lanzarme y en un corto respiro ya tengo tanta agua en mi cara y mi ropa, que no dudo que al bajar, no habrá forma de evitar una ducha de pies a cabeza por cuenta de la naturaleza.  Mas, no me preocupa lo que pasará porque, ya invadido por tantos pensamientos y por esa esencia fría y profunda del invierno que siempre disfruto, simplemente me siento y miro por la ventana cómo la agresiva ciudad se torna inofensiva y vulnerable ante una tormenta como esta.  

Veo con encanto cómo el agua baja por el cristal, cómo las luces de afuera parecen lejanas y difusas, y la manera lenta como los autos marchan dejando sus huellas de luz en los ríos que corren por el asfalto. Las personas huyen y tratan de protegerse, incluso cuando ya muchos están más empapados que las mismas calles.

Mientras presencio este líquido espectáculo, mi mente sigue dando vueltas y escarbando en las profundidades de mis sentimientos más intensos. Ahora pienso en las personas que han llegado y en las que se van, en aquellos que recorren el mundo y se convierte en habitantes temporales de otras ciudades, en los amigos que antes eran más que eso y en los amores que nunca pudieron ser. Me acuerdo de días pasados que solo viví en mi imaginación, de historias profundas que nunca pude construir.

Además de esta lluvia intensa que choca violentamente contra la vida nocturna de la ciudad, escucho claramente los sentimientos susurrando a mi oído. La inquieta alegría por las personas mágicas que aparecen, el alivio esperado por historias que parecen estar teniendo un desenlace, la siempre presente duda sobre lo que nunca he resuelto y la incontable cantidad de deseos que nunca se cumplieron.

La vida se mueve tanto como el agua en esta noche de sábado, nunca está quieta, a menos que dejemos de abrirle camino. Dicen que nunca paramos de crecer, que evolucionamos sin fin y que lo único permanente es el cambio. Lo dicen y lo creo, porque yo mismo veo la evidencia en las huellas imborrables que están dejando en mí estos días, estas maravillosas horas de mi vida reciente en las que tantas historias confluyen en forma de pasado y presente, en forma incluso de futuros que ya viví y de otros que parecen haberse extraviado por el camino.

Sigue lloviendo, las nubes más densas del planeta parecen haberse derretido todas sobre Bogotá. La noche es fría, amarilla, inusual y encantadora. El agua sigue bajando por el cristal y la puerta del bus se abre como si quisiera decir que es hora de navegar. Me lanzo sin temor a la calle, mis predicciones se cumplen y bastan segundos para que el agua abrace todos los rincones de mi cuerpo y de mi alma sedienta. Ya lo sabía: me iba a bañar con el diluvio, pero ahora que el frío me recuerda lo inclemente de la tormenta, solo puedo sentarme al lado de la ventana, en el anhelado silencio de la sala, y seguir mirando por largos minutos los millones de gotas multicolores que lentamente empiezan a desparecer.

Ha dejado de llover… las calles se han convertido en mares y la ciudad descansa en medio del gris silencio de la noche. Todo indica que no habrá más agua por hoy, pero ahora que la lluvia se desvaneció, mis pensamientos siguen volando entre el tiempo y el espacio, entre días y noches de otras épocas, entre deseos y resignaciones que ocupan un lugar demasiado grande en mi existencia.

He visto muchos aguaceros y he aprendido a maravillarme con ellos, tal vez porque todas esas gotas que caen en masa contra el suelo son como mis pensamientos inquietos que inesperadamente estallan sin control, se esparcen por todos los lugares reales e imaginarios e inundan mi vida de preguntas frenéticas y palabras elevadas.

Este diluvio sabatino ha sido una ocasión más para recordar que estoy vivo y que mi vida, como la lluvia, sigue moviéndose y dibujando historias.  

junio 30, 2012

Mis vecinos de la acera















Mis vecinos de la acera
casi siempre son invisibles,
se han fundido con el paisaje,
nos acostumbramos a ellos
tanto como a la guerra.

Mis vecinos de la acera
padecen de incertidumbre aguda,
sufren de miedo terminal,
tienen tantas preguntas
que dos vidas dignas
no bastarían para responderlas.

Mis vecinos de la acera
son los habitantes más tristes
de un planeta donde la miseria
crece tanto como la ambición,
son los hijos bastardos de un sistema
en el que la infamia va a donde le da la gana.

Mis vecinos de la acera
conocen muy bien la muerte,
de alguna forma se han escondido de ella,
pero su vida no es muy diferente
de un evento mortal
que se repite día tras día.

Mis vecinos de la acera
fueron desplazados de la vida,
fueron aislados de la dignidad
y condenados a refugiarse
en su silencioso vacío existencial.

Mis vecinos de la acera
viven en muchos lugares,
pero nunca en la tierra
de la que fueron barridos,
ese trozo de planeta
en el que se quedó abandonada
su confianza en la vida.

Mis vecinos de la acera
son parte de la ciudad,
pero no por eso sus problemas
son los nuestros,
nosotros nos tapamos los ojos,
dejamos de escuchar para no percibir su miseria,
desconectamos nuestra conciencia
para que su absurda condición
no perturbe la comodidad de nuestra vida.

A veces los veo, trato de dibujar
su oscura vida de acera en mis emociones,
a veces me pregunto cómo se vive
con una mezcla tan enorme de hambre y dolor…
a veces… cuando vuelvo a sentir.

Según cifras oficiales, en Colombia existen más tres millones de desplazados por la violencia. Eso, sin contar los miles que no han sido reportados y todos los demás que han desaparecido, quizás porque debían ser invisibles o quizás porque fueron víctimas de una espantosa práctica de higiene social.

+

abril 12, 2012

Irreparable deseo crónico

Se me antojan
tantos rostros y tantas sonrisas,
tantos suspiros estallan
cuando mi mirada recorre el mundo
en deseos e imaginaciones.

Se me antojan
tantas manos y tantos ojos,
miles de sueños se me escapan,
y miles de vidas huyen entre mis dedos.

Las pasiones se me quiebran
cada vez que observo las historias ajenas
de las que me quiero apropiar,
los suelos ardientes de desierto
sobre los que tantas veces
me veo tendido con placer.

Tal parece que padezco
de sed infinita,
de ansiedad irreparable
y de deseo crónico.

Tal parece que no me curo
porque me gusta más
disfrutar la enfermedad.

+

El indeseable invierno

Pienso que muchos odian la lluvia
porque nunca le han dado una oportunidad,
porque no aprendieron a ver dentro de ella,
a sentir el poder que palpita en su interior,
porque jamás se han detenido a entender
que su único pecado
es el odio que todos le tienen a su color oscuro.

Las personas le temen al invierno
porque aman la seguridad de los colores,
porque aprendieron a odiar su ausencia
y se creyeron las leyendas
que acusan al gris de ser
portador de tristeza y desaliento.

+
Miedo y egoísmo
viajan cada tarde dentro del bus,
se sientan uno al lado del otro,
a veces, en el mismo lugar.

Se transforman el uno al otro,
tornándose aún más insoportables y vacíos.
No respiran porque no quieren olerse,
prefieren la asfixia que el perdón.

+

marzo 15, 2012

Algunas ideas SUBVERSIVAS sobre el amor

Yo también amo el amor y jamás podría negar cuánto lo necesito, pero lo cierto es que las experiencias, las reales y las imaginarias, las propias y las ajenas, me han dejado, además de grandes vivencias, un montón de ideas que no siempre son las que todos quisieran escuchar.

He aquí algunas de ellas:

El miedo a estar solo siempre causa más estragos que la soledad misma.

Una de las principales razones para buscar el amor (si no la más grande) es el deseo egoísta de satisfacer necesidades propias, que, de otra forma, tendríamos que aprender a satisfacer por nosotros mismos.

No es el corazón el que se enamora. Es la mente obstinada, que a fuerza de pensamientos elevados termina por convertir a la otra persona en su adorado objeto de deseo.

La novedad es el combustible infaltable que alimenta el comienzo de toda relación. Cuando esta se agota, nos vemos obligados a analizar si tanta energía empleada ha sido un derroche o una inversión.

Amor y libertad suelen ser dos palabras que pocas veces hacen juego cuando se ponen una al lado de la otra.

Mientras más te empeñes en obligar acciones y sentimientos en el otro, más razones le darás para que se aparte de ti.

El sexo puede ser un espacio maravilloso en el que nace un amor impensado, o bien un espacio impensado en el que muere un amor maravilloso.

Por grande que sea lo que tú sientes, nunca puedes saber con certeza si la otra persona también lo siente. Por eso, la sorpresa es casi siempre el principal protagonista de todo final.

Cuando la justicia se exige como evidencia ineludible del amor, se ha empezado a trazar un camino que inevitablemente ha de conducir al fracaso.

Si hay algo más doloroso que saber que un amor es imposible, es la frustración interminable que te causas por negarte a aceptar la verdad.

Los celos desmedidos son la evidencia más grande de la falta de confianza en sí mismo, son la manera más indigna de decirle al otro que no aprendiste a quererte de verdad.

Cuando has descubierto que un amor te impide crecer, ya tienes la razón más poderosa de todas para armarte de valor y acabar con él.

La infidelidad es un evento que puede tener muchas causas. Una de ellas es, sin duda, el deseo enfermo de controlar al otro y obligarle a ser lo que tú quieres.

¿Alguien tiene más ideas subversivas sobre el amor?

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enero 23, 2012

Nunca fuiste mía, nunca lo serás,
pero sólo ahora comprendo
que tenerte fundida en mi pensamiento
es una forma mágica de vivirte
como nadie más lo hará.

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Lucidez

Al final de cada día, en ese tiempo incómodo dentro del bus, en esos largos minutos en que no debo ocuparme de nada en particular, una inusual calma en mis pensamientos me abre un impensado espacio para responder a todas esas preguntas inquietas que a veces me hago, para construir teorías personales que tienen muy poco de ciencia y mucho de sentido común.

Tan sólo en esa quietud de pensamiento en la que me encierro para escapar de los tumultos, las congestiones y el cansancio vespertino, logro dar con esa profundidad de ideas que pocas veces es posible en el transcurso rutinario del día.

Es ese el espacio sublime en el que las ideas se organizan, las conclusiones brotan sin esfuerzo y la lucidez deja de ser escurridiza, ese instante glorioso en el que puedo darle sentido a las realidades que invento y entender que los fantasmas de este mundo tienen todos existencia y forma por las cosas que pienso cada segundo.

Mis demonios son sólo míos, mis ángeles, también. Y aunque a veces mis historias se toquen sutilmente con las de otros, cada vez me cuesta menos entender que REALIDAD es tan sólo ese cúmulo de formas inmateriales que se cruzan frente a mí cuando dejo de mirar al mundo exterior.

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noviembre 18, 2011

Siempre ausente

No me cuesta soñarte
y darte forma con el frío
de mis manos invisibles.

No me cuesta respirarte
porque mi aire
es el viento de otoño
que le da forma
a tu rostro huidizo.

No me cuestas
y por eso tu imagen está fundida
en la piel de mis pasiones.

Ahí estás...
siempre fantasma,
siempre intangible,
siempre incierta
y salida del vacío que dejas
por nunca haber existido.

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Alma mía

Algunos días,
sueño que el silencio
de un lugar llamado alma mía
me enseña todo lo que debo saber...

+

noviembre 12, 2011

Cada día tu recuerdo respira en mi cuello
y segundo tras segundo comprendo
que no termino de abandonarte,
porque talvez sólo los lugares
se han alejado de ti,
cada día escucho tu voz
y me dices las mismas palabras
de amor profundo y extenso.

+

Lluvia

Los sonidos de esta noche
me hacen pensar
que el invierno nunca se ha ido
y que el verano de hace unos días
fue un intruso en este planeta de lluvia.

+
Rectilínea miseria,
vertical sufrimiento,
cuadrangular y fría multitud
de seres ausentes
que gritan en la imagen insípida
de ladrillos y cemento.

Ropas olvidadas,
perros inquietos,
patios inconscientes,
ventanas traseras,
tejados tristes
y abandonadas jaulas
que conversan con el viento
en su óxido imborrable…

+

Soledad

Lentamente aprendo a desandar
ese camino transitado por tantos,
un día voy hacia delante
y otro corro hacia atrás,
dos pasos hacia el norte
y cuatro pasos hacia el sur,
me alejo de la soledad
mientras me acerco al vacío,
hago más parte del mundo
y menos de la realidad,
comparto, hablo, escucho
opino, pienso, río, absorbo
intercambio…
doy y soy para otros…

Pero al final algo me lleva
a donde nadie más se atreve a ir,
mi única paz verdadera
o mi controlada guerra interior,
me arrastran por los
cielos de mis propios lugares,
de esos mundos mágicos
que he creado
por temor a la decepción,
por amor a la evolución,
por dejar que mis pies se muevan
cuando mi alma no sabe qué hacer…

+
He corrido por grandes valles y he metido los pies en los charcos de arena que se abren cuando mi vida pasa de un lado al otro del universo. El agua huye de mi vida, pero persigue mis sueños, me lava las manos del alma…

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Letras

Tarde o temprano,
una voz sedienta grita dentro de mí,
clamando por historias
y mundos tejidos con palabras.

Necesito de rincones sublimes
y de cartas escritas a los tiempos,
al pasado, al futuro.

Necesito de medias luces
con música lenta,
necesito de letras
en las manos y en los ojos.

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